Leo Caballo

El Leo Caballo es un ganador

Este corcel afable cabalga con la cabeza alta entre sus semejantes y pasa casi todas las pruebas sin problemas. Para él ningún obstáculo es demasiado grande y no teme a la adversidad. Más que nada en la vida, este sujeto desea llegar, superarse en todos los dominios, y hacerlo en un clima de alegría. El Caballo nacido bajo el signo de Leo no es malhumorado. La intrepidez que le confiere Leo le pe imite olvidar casi por completo el miedo al fracaso que acecha a todos los nativos de Caballo. Una vez que el Leo Caballo sabe lo que desea hacer, se lanza a la acción sin vacilaciones. Es un hacedor.
Desde luego, una buena disposición y un sólido sentido cívico no bastan para asegurar la victoria instantánea. No hay nada en el universo que pueda garantizar un triunfo. Pero el Leo Caballo no lo sabe. Cree que si uno hace algo para alcanzar su meta, ésta se vuelve automáticamente viable. Razón por la cual nuestro héroe suele caerse y romperse una pierna, o las dos. Y esa es también la razón por la cual el Leo Caballo se siente con tanta frecuencia perplejo y decepcionado.
¿Cómo es posible que esos colaboradores con los que él hizo un trato tan justo y lucrativo hayan podido engañarlo? El Leo Caballo sacude la cabeza, confundido. «¿Cómo pudieron hacerme eso a mi? Yo, que soy tan bueno, que trabajo tanto, que no soy haragán. Pobre de mí.»
Hay personas a las que este tipo de decepción lleva a la depre-sión e inclusive al abandono. No es el caso del Leo Caballo. Él odia los reveses, desprecia el fracaso, deplora la superchería (salvo, desde luego, que sea él el prestidigitador que la ejecute). Enfrentado a una de estas calamidades, adopta, sencillamente, la misma táctica que su adversario. Devuelve golpe con golpe, ¡sin cansarse! No busca el conflicto, pero si se lo plantean actúa con rudeza y sin piedad. Para él, el mal es el mal, y el bien es definitivamente el poder.
Este sujeto sufre de un ego particularmente susceptible. Es incapaz de aceptar una crítica de buen grado y combate vigorosamente el más mínimo de los juicios que puedan emitirse con respecto a él. No quiere que nadie se meta en sus asuntos, y no vacila en decirlo.
Amigo de los discursos improvisados, el Leo Caballo se considera elocuente. En las fiestas o las reuniones de familia suele sentir la súbita obligación de arengar a los presentes. Para ser franca, estos individuos sufren de una tendencia al exceso de énfasis que, en ocasiones, los lleva a pronunciar ampulosos sermones.
Pero el Leo Caballo es una persona caritativa. Quizás el hecho de dar a los menos afortunados que él sea una suerte de castigo por sentirse tan bien consigo mismo. Es muy probable que presida comités para extirpar determinada plaga social, que colecte fondos para la cooperadora de la escuela o que done los primeros cien dólares para la restauración de la iglesia del pueblo. El Leo Caballo ama las acciones filantrópicas… sobre todo si se notan.
En el aspecto físico, estos sujetos saben cómo realzar sus dones. Los hombres de este signo son elegantes y llamativos… inclusive hasta llegar a la afectación. Y las mujeres prácticamente se pasan la vida dedicadas a su apariencia, siempre con un gusto perfecto. Para estos individuos, su aspecto exterior es muy importante. Hacen gimnasia y se esfuerzan por seguir un régimen alimentario bien equilibrado.

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